Desde hacía un par de meses, me levantaba de la cama de un bote en cuanto sonaba el despertador. Aunque hubiese estado toda la noche trabajando como escort de Valencia daba igual. Y es que tenía un buen aliciente para hacerlo: en la parada del autobús que cogía para ir a la facu hacía unas semanas que esperaba junto a mí un chico que… bueno, verle era empezar el día con buen pie.