Tanto insistió que finalmente la madre accedió a ayudarle, nada convencida y con un sentimiento de ridiculez que le rodeaba, a la vez que pensaba: “Lo que hay que hacer por una hija”. Con un abrecartas que la mujer llevaba en el bolso hizo palanca sobre la placa donde se encontraba insertado el papel y tras un rato probando su destreza, consiguió arrastrar el papel hasta la superficie y lo sacó con sus propias manos.
Se lo dio a la niña y una expresión de felicidad le invadió su expresión facial –Vamos, camina que ya hemos conseguido el papel- dijo la madre con una sonrisa de satisfacción.
La niña, que estaba aprendiendo a leer y deseaba probar sus conocimientos con todas las letras que se cruzaran en su camino, comenzó a leer en voz alta las letras que se encontraban impresas en el papel:
“Destino: C/Pelayo nº22, 1ºDcha, Alicante”
“Fecha prevista: 22 de octubre de 1985”
“Mensajero: Cigüeña 221085”
La madre quedó extrañada y rápidamente el arrancó el papel de las manos para leerlo ella misma. ¡¡Es un envío de bebé!! ¡¡Es cierta la leyenda de las cigüeñas!!, pensó. Un millón de sensaciones invadieron su cuerpo durante unos segundos y miles de preguntas nublaban la mente tanto que no le dejaban ser consciente de la situación. La mujer siguió leyendo: “Carmen, 54cm, 3,53Kg., Características específicas: tres manchitas rosas en el hombro derecho que dan forma a un trébol”.
Semanas después, la mujer ya casi se había olvidado del asunto.
Una mañana, como cada sábado, se encontraba desayunando con unas amigas en la Plaza de Pombo, cuando de repente, algo extraño abarcó toda su atención. Una chica, sentada en la mesa de al lado con una manchita que destacaba en su hombro derecho, esa era yo. En Santander en Agosto no hace demasiado calor, pero si que la temperatura permite a la gente vestir con camisetas de tirantes.
De repente, la curiosidad le invadió y no pudo soportar las ganas de preguntarme el nombre: “Disculpa, ¿Cómo te llamas?” Yo contesté: “Soy Carmen, ¿por qué?”
De repente, todo encajaba. La nota de envío, las características, el nombre. ¿De dónde eres? Me preguntó de nuevo. Me sentí un poco increpada y le contesté, ¿A qué viene tanta pregunta? Fue entonces cuando se sentó en mi mesa y me explicó todo lo que le había ocurrido. Inmediatamente me fui a casa a hablar con mis padres porque aunque esta historia me resultaba un tanto inverosímil, no conozco a muchas personas que tengan justo la misma marca de nacimiento que yo.
Eran mis padres y los quería, pero desde siempre me habían dicho que yo les caí del cielo. Mi madre no podía tener hijos y tras muchos intentos, cuando ya habían desistido, un lindo bebé cayó en sus manos a consecuencia de un choque de la cigüeña que lo portaba con una farola. La cigüeña falleció en el acto y mi madre no pudo resistir las ganas de quedarse conmigo, entendió que era una señal. No es habitual que un bebé caiga en tus brazos por en medio de la calle, pero las cigüeñas también tienen accidentes.
Nunca supo de dónde venía, ni tampoco a dónde iba, pero ahora estaba todo claro…