Es fantástico lo que ocurrió con la primera edición de «Operación Triunfo»; fui una fan de este programa y, por supuesto, una enamorada de los ojos de Manu Tenorio, aunque la sonrisa de Bustamante, el sex-appeal de Bisbal y la belleza de Naím me lo han puesto difícil con la elección del chico que más me gusta.
Mi vida, al igual que la de ellos, es la música (además de la vida de escort de lujo): en la actualidad al igual que le ocurría a David Bisbal yo también formo parte de una orquesta de la que soy la cantante desde hace unos años. Es una vida dura, pero a mí me compensa, pues verdaderamente mi sueño es cantar y vivir de esta profesión que me apasiona, aunque, evidentemente, sueño con encontrar mi oportunidad o al menos una similar a la que han tenido los chicos de la Academia.
Por eso me he presentado en todos los castings de «Operación Triunfo», pues todos mis compañeros, familiares y conocidos me han estado animando a que lo haga. Quizás tenga que vencer ciertas dudas que me surgen todavía cuando pienso en aprovechar esta posibilidad. Pero creo y siento que, al menos, debo intentarlo. Bueno, si os he contado todo esto es para situaros en el momento actual en el que vivo, pero en realidad quería relataros y compartir con vosotros cómo fue mi primera vez.
Todo sucedió hace ya unos años, el verano en el que entré a formar parte de mi orquesta actual. Pero aunque haya pasado ya todo ese tiempo, todavía puedo recordar el contacto de las manos de Sergio en mi piel. Aún hoy al recordar ese bello momento de unión, la piel se me eriza, pues además de ser una historia súper romántica que duró unos nueve meses, Sergio ha sido el chico que más ha «penetrado» en mí.
Ahora seguimos siendo amigos, aunque cuando lo nuestro llegó a su fin no lo acepté y durante mucho tiempo me empeñé en que todo continuara como yo deseaba, al final he terminado aceptando que es mejor ser amigos que enemigos; y que es posible que nuestra relación sea mejor así. No ha sido fácil y si tengo que ser sincera todavía, en lo más hondo de mi corazón, espero que algún día él y yo volvamos a ser una pareja. No vivo colgada, guardándole la ausencia, pero ningún chico ha logrado atraparme como lo hizo él. Ésta es mi realidad, aunque me duela reconocerlo y deba vivir sin hacerme demasiadas ilusiones con él.
HACIENDO DÚOS…
Fueron mis celos y mi inseguridad lo que determinó el final de nuestra relación. Me enamoré de él tanto física como personalmente y comencé a vivir tanto en e cielo como en el infierno por culpa de mis celos; cuanto más le quería, más miedo tenía de perderlo o de que pudiera fijarse en otra escort de Valencia. Sergio era tan simpático, tenía tanto rollo con todo el mundo, que rápidamente se quedaba con toda la gente.
Yo misma fui un claro ejemplo de rendición incondicional a su encanto, puesto que me prendé de él nada más verlo. Y no sólo ocurrió porque su físico me «entró» sino porque lleva una historia muy guay. Además, él era el guitarra y se encargaba de acompañarme en los dúos, así que compartir canciones románticas, tener que mirarle a los ojos, arrimarme a él cuando la ocasión lo requería, provocó que me colgara más de él. Algo que tampoco era difícil, dado su carácter cariñoso y tierno; siempre disponía de una palabra, de un abrazo para hacerte sentir bien.
Y me colgué. Era una putilla enloquecida. Pero lo más maravilloso es que mi enamoramiento también le atrapó, pues aunque yo intentaba disimular todo lo que podía… el amor surge cuando menos lo esperas e imaginas. Sin embargo, en mi caso, el hecho de que mis ojos le delataran aquello que había en mi corazón, hizo que también él sintiera esa atracción que nos unió en aquella noche de luna llena, en la playa del pueblo costero donde fuimos a tocar. Esa noche no me entregué a él totalmente, pero sí le entregué mi amor, mi corazón y todas mis confesiones más íntimas, pues él supo crear el ambiente ideal para que yo me abriera. Él, por su parte, también se «desnudó» ante mí. Y los besos de esa noche fueron la llave que nos abrió la puerta de nuestra relación.
Fue ese mismo verano cuando viví mi primera experiencia sexual, pues lo nuestro iba rápido, muy rápido. Y así, otra noche, tras finalizar nuestra actuación, Sergio me tenía preparada una gran sorpresa: había reservado una habitación-suite, en uno de los hoteles más bonitos de la playa de aquel pueblo y allí, tras la cena, bajo la luz de la estrellas y la luna, me entregué a él; nos enrollamos en el balancín de la terraza de la habitación, pero cuando ya las caricias, los besos y los juegos que establecieron nuestros cuerpos elevaron la temperatura, Sergio me cogió en brazos y me llevó hacia el interior de la habitación: no me soltó hasta que me dejó sobre la espaciosa cama.
Y allí, sobre ésta y tan sólo con la luz de un par develas que había llevado Sergio, fui suya. Me convertí en su puta. En su escort. La excitación era máxima, pues la infinidad de besos que nos dimos mantuvieron elevado el estímulo entre ambos, pero aún así le coloqué un preservativo. Sólo cuando estaba empujando su sexo para entrar en el mío, le susurré al oído que era mi primera vez… no dijo nada, tan sólo me hizo sentir su abrazo, una respuesta que me estremeció hasta el extremo, pues en éste me transmitió todos sus sentimientos.
Me hizo un poco de daño, pero sus besos y palabras lograron relajarme y no me quedó ningún amargo recuerdo sino más bien todo lo contrario. Fue maravilloso sentirme puta y vivir junto a él ese instante bello y trascendente de mi vida. Ahora me quedan los bonitos recuerdos de esos días con él y lo más importante, su amistad sincera y la esperanza de volverá recuperarlo.